jueves, 30 de octubre de 2014

Bacteriófagos como alternativa a los antimicrobianos, una tecnología con casi 100 años.

Los bacteriófagos se emplean para eliminar bacterias desde 1919. Cuando la penicilina y los antibióticos de amplio espectro se empezaron a comercializar, esta tecnología se vio relegada a países pertenecientes al área de influencia de la antigua Unión Soviética, los cuales carecían de algunos de los antibióticos que se disfrutaban en Occidente.
Felix d´Herelle (1873-1949) microbiólogo franco canadiense descubridor de la terapia con fagos
En la actualidad, debido a la aparición de cepas multirresistentes a prácticamente todos los antibióticos conocidos, ha resurgido el interés en los fagos como alternativa antibiótica.Los antibióticos, a pesar de su abuso, en humanos sólo se recetan en respuesta a una enfermedad. En las granjas sin embargo, los antibióticos se utilizan de rutina para promover el crecimiento animal y para prevenir la aparición de brotes infecciosos. Esta práctica ha transformado el microbioma de estos animales de granjas convirtiendo a sus bacterias comensales en reservorios de genes de resistencia a los antibióticos. Estas bacterias llegan a la comunidad a través de los trabajadores de las granjas y a través de productos de alimentación.
Las bacterias resistentes llegan a la comunidad a través de los trabajadores de las granjas y a través de productos de alimentación o en este caso a través de besos


Las iniciativas llevadas a cabo por distintos gobiernos para limitar su uso en granjas no han tenido demasiado éxito. Este problema unido al hecho de que muchos consumidores reclaman productos libres de antibióticos es lo que ha animado a distintas compañías a desarrollar productos basados en fagos para el uso en granjas.
La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria autorizó por primera vez el uso de fagos en los alimentos. Se trata del producto Listex™ P100 para eliminar la bacteria Listeria monocytogenesdel pescado crudo. 
El descubrimiento de nuevos antibióticos está limitado por el escaso número de moléculas esenciales bacterianas que son lo suficientemente distintas de las humanas para ser buenas dianas terapéuticas. Ser conscientes de este problema mientras todos los días vemos nuevos casos de bacterias multirresistentes a los antibióticos ha dado alas a la investigación en bacteriófagos.


El descubrimiento de nuevos antibióticos está limitado por el escaso número de moléculas esenciales bacterianas que son lo suficientemente distintas de las humanas para ser buenas dianas terapéuticas.

Por las especiales características de los fagos no podemos esperar de ellos lo que tenemos con los antibióticos. Comparados con los antibióticos salen perdiendo en casi todas las comparaciones. En parte porque comparar al algo con el original es siempre desventajoso: ¡Qué mejor ejemplo que lo original! ¿Verdad? ¿Quién necesita imitadores?. Lo mejor es pensar en los fagos no como malos antibióticos sino desde las potencialidades que presentan: especificidad, capacidad de replicación, facilidad de obtención... Los fagos nos permitirán matar una bacteria patógena dejando la flora bacteriana intacta, podremos descontaminar pozos de agua con pequeñas cantidades de fagos o producirlos en países del tercer mundo con un coste reducido.

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