lunes, 12 de mayo de 2014

Terapia con fagos en la era postantibiótica


La terapia con fagos


El descubrimiento de nuevos antibióticos está limitado por el escaso número de moléculas esenciales bacterianas que son lo suficientemente distintas de las humanas para ser buenas dianas terapéuticas. Ser conscientes de este problema mientras todos los días vemos nuevos casos de bacterias multirresistentes a los antibióticos ha dado alas a la investigación en bacteriófagos. Por las especiales características de los fagos no podemos esperar de ellos lo que tenemos con los antibióticos. Comparados con los antibióticos salen perdiendo en casi todas las comparaciones. En parte porque comparar al algo con el original es siempre desventajoso: ¡Qué mejor ejemplo que lo original! ¿Verdad? ¿Quién necesita imitadores?. Lo mejor es pensar en los fagos no como malos antibióticos sino desde las potencialidades que presentan: especificidad, capacidad de replicación, facilidad de obtención... Los fagos nos permitirán matar una bacteria patógena dejando la flora bacteriana intacta, podremos descontaminar pozos de agua con pequeñas cantidades de fagos o producirlos en países del tercer mundo con un coste reducido.


¿Vacunas o fagos?


El problema está cuando aparecen bacterias, como las pertenecientes al grupo ESKAPE, para las cuales ningún antibiótico es barrera. Muchas de estas bacterias provocan infecciones en pacientes inmunodeprimidos en hospitales. ¿Serían las vacunas una barrera para este tipo de infecciones? estoy convencido de que no. ¿Para qué vacunar cuando la bacteria sólo causa problemas cuando el paciente prácticamente no tiene defensas inmunitarias?. La vacuna lo que hace es aumentar la memoria inmunitaria para que cuando el sistema inmune entre en contacto con el patógeno lo elimine rápidamente. Si el sistema inmune está bajo, por ejemplo, por tratamientPo quimioterápico, entonces una vacuna es de poca ayuda. Las vacunas son una herramienta terapéutica de primerísima linea, sobre todo cuando las infecciones se producen en sitios protegidos por el sistema inmune. La piel y el tubo digestivo son dos partes del cuerpo de los animales poco protegidos por el sistema inmune y estos son los dos sistemas favoritos en donde se ha estado trabajando con bacteriófagos. Los mejores resultados se han cosechado en infecciones superficiales, piel o heridas abiertas. El tubo digestivo sigue siendo un sistema complicado, con muchos nichos ecológicos distintos, un flujo continuo de comida y un pH variante que lo hacen difícil para hacer estudios sistematizados.


¿Humanos, plantas o animales?



Por ahora plantas y animales. Esto se debe a que la FDA y la EMA, las agencias del medicamento americana y europea respectivamente, tienen como principio aprobar un medicamento un principio activo. Los fagos se suelen administrar, en Rusia, Polonia, la República de Georgia en cocktails de varios fagos que son específicos para varias de las cepas que causan un determinado problema. Hacer ensayos clínicos controlados con este tipo de fagos es prácticamente imposible. Por esta razón muchos de los esfuerzos se están conduciendo al tratamiento de animales y plantas en parte porque las continuas prohibiciones de utilizar antibióticos en agricultura y ganadería así como un mercado para productos libres de antibióticos hacen que estos esfuerzos sean más atractivos para las compañías de biotecnología.

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